viernes, 17 de abril de 2015

Sociedad del riesgo producción y sostenibilidad

El concepto sociedad del riesgo se basa en la constatación de que, en las sociedades actuales, la producción social de riqueza va acompañada por una creciente producción social del riesgo. La progresión y el aumento de estos riesgos está teniendo consecuencias políticas y económicas claras. Un primer efecto directo consistiría en la implementación de políticas gubernamentales orientadas al control y a la reducción de los mismos, como consecuencia directa de la mayor visibilidad que, para la opinión pública, tienen los problemas ambientales. De la misma manera que, desde una perspectiva económica, podemos establecer un claro paralelismo entre la teoría de la modernización ecológica y las nuevas estrategias ecoproductivas.
Este artículo pretende dar una visión general de todo este proceso partiendo del concepto sociedad del riesgo para, con posterioridad, establecer paralelismos con las nuevas estrategias ecoproductivas, con el proceso de modernización ecológico y con una última reflexión: ¿caminamos hacia un nuevo modelo productivo?

Guy Debord dentro del espectáculo


La sociedad del espectáculo es uno de los retratos más agudos, despiadados y penetrantes de la sociedad contemporánea de cuantos se han hecho hasta hoy y constituye la obra fundamental de Guy Debord (1931-1994), quien a su vez ha sido el principal agente de un movimiento de agitación cultural conocido como situacionismo, que planteó algunas de las propuestas más radicales, tanto en el terreno de la política como en el de la cultura, de las que se han sostenido en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Voluntariamente alejado del mercado de las modas intelectuales, su obra, a pesar de haber tenido una divulgación escasa o irregular, no ha dejado de ejercer una importante –aunque a veces secreta o silenciada- influencia en los debates de nuestro tiempo. Su vocación de clandestinidad y su intransigencia frente a los totalitarismos le llevaron a elaborar una teoría crítica que hoy, en pleno imperio de lo político y culturalmente correcto, ha vuelto a cobrar una merecida e intempestiva actualidad.

El dopaje en la sociedad


Vivimos en una sociedad narcotizada para olvidar que estamos cansados. Drogarse con pastillas socialmente recomendable porque facilita la concentración del cirujano, la creatividad del artista y la resistencia del soldado; quizá su uso sea reprobable -cada vez menos- para divertirse, ganar oposiciones o rendir en el deporte, pero está claro el camino que ha abierto la sociedad para luchar contra el hastío: la “positividad” artificial de las pastillitas.
Según el autor, cada época ha padecido sus enfermedades emblemáticas y ha logrado superarlas a través de la invención de nuevas herramientas o paradigmas que permitieran superar los obstáculos que se nos han presentado. Actualmente la enfermedad a la que Byung-Chul Han cree que debemos enfrentarnos es a las enfermedades neuronales que se derivan del actual estilo de vida occidental, derivadas de un exceso de positivismo. La explotación a la que el individuo se somete es peor que la presión que la sociedad puede llegar a ejerce sobre él. Occidente está tan enfermo de positivismo, de moral calvinista y protestante que el individuo ha interiorizado el discurso dominante y se inmola en aras de una búsqueda desaforada de la productividad y de la mejora de la eficiencia. Para Byung-Chul Han es inútil buscar el enemigo en el exterior, en una figura que, como en el Ancien Régim encarne la tiranía y la opresión, como los reyes absolutistas. Y, ante este panorama, ¿qué podemos hacer? Para Han la respuesta es sencilla: si lo que nos enferma es el exceso de trabajo, lo que nos curará es lo opuesto a lo mismo, el ocio. Han nos invita a abandonar conceptos como originalidad, genialidad y creación de la nada y buscar una mayor flexibilidad en el pensamiento.

Pese a la originalidad del título y la propuesta a la que nos invita, la argumentación de Han no deja de ser un tanto enrevesada y plagada de citas y referencias a otros autores, algo que de por sí no es negativo, hasta que acaba convirtiéndose en el pilar de toda la estructura argumentativa, incurriendo en generalidades cuando expone las enfermedades que asocia al exceso de positividad (he echado en falta alguna referencia a estudios o estadísticas sobre la verdadera incidencia de éstas en Occidente). El libro resulta pesado y difícil de seguir por momentos, pese a la brevedad del mismo (apenas 79 páginas) a lo que si sumamos que más allá de lo provocador de su título no aporta nada nuevo a este debate, lo convierten en un libro que entusiasmará a aquellos lectores profanos en materia y que puede servir de estímulo para continuar indagando sobre la misma, pero que resultará insulso y cansado, como evoca su título, a aquellos lectores familiarizados con las ciencias sociales y la filosofía.

El capitalismo pesado y liviano


En Modernidad Líquida, Zygmunt Bauman explora cuáles son los atributos de la sociedad capitalista que han permanecido en el tiempo y cuáles las características que han cambiado. El autor busca remarcar los trazos que eran levemente visibles en las etapas tempranas de la acumulación pero que se vuelven centrales en la fase tardía de la modernidad. Una de esas características es el individualismo que marca nuestras relaciones y las torna precarias, transitorias y volátiles. La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad: “los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados”.

Bauman no ofrece teorías o sistemas definitivos, se limita a describir nuestras contradicciones, las tensiones no sólo sociales sino también existenciales que se generan cuando los humanos nos relacionamos.

Lo “líquido” de la modernidad – a la concepción de Baumam - se refiere a la conclusión de una etapa de “incrustación” de los individuos en estructuras “sólidas”, como el régimen de producción industrial o las instituciones democráticas, que tenían una fuerte raigambre territorial. Ahora, “el secreto del éxito reside (…) en evitar convertir en habitual todo asiento particular”. La apropiación del territorio ha pasado de ser un recurso a ser un lastre, debido a sus efectos adversos sobre los dominadores: su inmovilización, al ligarlos a las inacabables y engorrosas responsabilidades que inevitablemente entraña la administración de un territorio.

Nuestras ciudades, afirma Bauman, son metrópolis del miedo, lo cual no deja de ser una paradoja, dado que los núcleos urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligros que venían del exterior.  Nos hemos convertidos en ciudadanos “adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella”8, lo aceptamos como si fuera lógico, o al menos inevitable, hasta tal punto que, en opinión de Zygmunt Bauman, contribuimos a “normalizar el estado de emergencia”.

El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible situarla en un lugar concreto. "Miedo" es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para combatirla.
Los temores son muchos y variados, reales e imaginarios… un ataque terrorista, las plagas, la violencia, el desempleo, terremotos, el hambre, enfermedades, accidentes, el otro… Gentes de muy diferentes clases sociales, sexo y edades, se sienten atrapados por sus miedos, personales, individuales e intransferibles, pero también existen otros globales que nos afectan a todos, como el miedo al miedo…


Los miedos nos golpean uno a uno en una sucesión constante aunque azarosa, ellos desafían nuestros esfuerzos (si es que en realidad hacemos esos esfuerzos) de engarzarlos y seguirles la pista hasta encontrar sus raíces comunes, que es en realidad la única manera de combatirlos cuando se vuelven irracionales. El miedo ha hecho que el humor del planeta haya cambiado de manera casi subterránea.

La juventud hoy segun Carmen Gómez, Psicología evolutiva

Actualmente la juventud ha pasado a un primer plano. Su poder e influencia es mucho mayor hoy que hace unos años. Los jóvenes constituyen sin duda un sector sobresaliente dentro de la comunidad.

Asistimos a una "juvenilización" de la sociedad. Los jóvenes imponen sus formas de hablar, modas, gustos, aficiones... en la sociedad.

Factores que explican la actualidad de los jóvenes

- Uno de ellos, es el poder económico de los jóvenes. Son los principales consumidores de ciertos productos. Su poder económico se ha hecho más manifiesto porque gastan el dinero en artículos muy llamativos, y su consumo tiende a concentrarse en determinados sectores del mercado.

- Las demandas de los jóvenes se han hecho importantes dentro de la sociedad y sus actividades son difundidas por los medios de comunicación de masas: la prensa, la radio y la T.V. tienden a crear mitologías de la juventud. Divulgan la imagen del "joven típico" y los que no se ajustan a ella empiezan a notar que es como si les faltase algo.

Los adultos pueden reaccionar ante esto con una mezcla de aturdimiento, desdén o envidia.

- Otro de los motivos de este auge se debe a la aceleración del desarrollo psicofísico. Las niñas se hacen mujeres antes, los chicos alcanzan la madurez física antes. Los problemas sexuales, religiosos, políticos, sociales, familiares..., etc., aparecen también antes que en eras históricas anteriores.

- Los jóvenes se encuentran cada vez más capacitados para adaptarse al mundo en que viven, hoy se lee más, se estudia más que en los tiempos de nuestros padres. Resulta evidente el número de jóvenes que frecuenta las escuelas, colegios, institutos, escuelas técnicas, centros de artes y oficios, universidades... etc. Se crea un gran sentido comunitario y una sensibilidad nueva para sentir la injusticia social.

- Los jóvenes se hallan en condiciones más ventajosas que el hombre maduro o anciano que tienen ya hechas sus vidas. El cambio rápido, el progreso y las novedades son asimiladas más pronto por los jóvenes.

- El mismo incremento de la población juvenil -en nuestro país existen 13 millones de personas menores de 25 años, o sea casi el 45% de la población total- acarrea problemas de falta de puestos de trabajo, falta de espacio en escuelas y universidades y ello crea a veces problemas y actitudes agresivas.

- Junto a ello, hay que destacar el importante papel que va teniendo la mujer en la vida social y cultural. De ser solamente novia, esposa, ha pasado a ser compañera, amiga y miembro del mismo equipo de trabajo o estudio. En las escuelas, fábricas, oficinas, comercios, universidades... la mujer está muchas veces luchando por equipararse al hombre, teniendo el mismo papel, similares necesidades y las mismas metas que el hombre.

Hay una mayor relación entre chicos y chicas, y esto hace que esas relaciones se produzcan en un clima de mayor naturalidad y exento de los prejuicios y tabúes de otras épocas.

Todos estos factores y muchos otros han de tenerse en cuenta para conocer y comprender a los jóvenes. De ahí que solamente un enfoque pluridimensional sea válido para un conocimiento más exacto de cómo son los jóvenes actuales.

La rebeldía juvenil

Los jóvenes con toda su viva imaginación, su capacidad creadora, su rapidez de reflejos, fácil memoria y su propensión al entusiasmo viven en un mundo rígido, llevado por los mayores, a los cuales se enfrentan.

Los jóvenes acusan a los mayores de un excesivo amor por el dinero y el bienestar, de una explotación de la gente, de deshonestidad en los negocios, corrupción en la política y un acusado conservadurismo e hipocresía. Atacan el "buen aparentar" ante la sociedad.

Rechazan la sociedad establecida y dentro de ella, sus lacras y, en muchas ocasiones, también sus logros. Por eso se marginan a veces, entendiendo de modo diametralmente opuesto a los adultos las grandes cuestiones de la vida: amor, trabajo, religión. En esta oposición son tan dogmáticos como los adultos en su seguridad instalada.

Los adultos, por su parte, acusan a los jóvenes de irresponsabilidad e incongruencia, de su afán destructor sin ofrecer un programa constructivo a cambio, de una visión del presente que ignora el pasado y de un idealismo utópico que no conduce a nada práctico.

Los jóvenes, dicen los adultos, desafían las normas y la autoridad que las mantiene, adoptan modos y atuendos excéntricos, no se ajustan a los patrones convencionales de la convivencia entre los sexos, protestan demasiado en sus canciones, violencias, manifestaciones... "En mis tiempos..." es su frase favorita.

En síntesis, los jóvenes se quejan de falta de libertad -la opresión de la sociedad de consumo- y los adultos les acusan de falta de responsabilidad.

¿Qué subyace bajo este conflicto?

Se trata, sin duda, de un conflicto de valores muy complejo, inherente a la sociedad industrial contemporánea. Muchos de los principios básicos del comportamiento humano, indiscutidos durante siglos, han sido sustituidos por valores cambiantes que se apoyan en argumentos de modernidad, ligados al desarrollo científico y técnico y a los cambios sociales. De ellos se deriva un enfrentamiento entre estos modos de actuar más propicios de los jóvenes y lo que ellos mismos peyorativamente consideran tradiciones superadas.

Estas conductas no pueden entenderse como problemas meramente individuales sino que tienen su origen en los conflictos de nuestra sociedad.

Muchas conductas "marginales" deben entenderse como una respuesta peculiar del individuo a la estructura social. Y así determinadas personas, como pueden ser los jóvenes, son más vulnerables y pueden ser afectados por estos conflictos sociales.

Fuente: https://www.aciprensa.com/Familia/juventudhoy.htm

jueves, 16 de abril de 2015

No es multitarea: es cambio de tarea

Pero como quiera que nuestro cerebro está diseñado para ser rápido, nos engaña creyendo que somos multitask, y llega la ciencia para echar esta teoría por tierra. Los estudios neurológicos han demostrado que el cerebro es capaz de desempeñar con atención una única tarea, pero como es rápido en los cambios, parece que sigue desempeñando la primera cuando inicia una segunda, cuando en realidad no es así.
PsychologyToday incluso propone un sencillo ejemplo que demuestra este extremo. ¿En qué casos queda patente esta limitación humana? Posiblemente el más evidente y trágico sea el de los accidentes de tráfico provocados por despistes: un cambio de emisora de radio o una conversación con el manos libres, anulan parcialmente la atención al volante en unos pocos segundos que pueden resultar fatales.

 

Y si aplicamos este hecho al ámbito laboral sucede exactamente lo mismo. Cuando nos centramos en una tarea en concreto con todos nuestros sentidos ¿Sabes qué sucede? Que no sólo la concluimos con unos resultados óptimos medidos en términos de calidad, sino que además, atentos a este dato, la concluimos mucho antes que si la interrumpimos con llamadas, vistazos al ordenador o revisar el WhatsApp.

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