miércoles, 15 de abril de 2015

La modernidad liquida

La modernidad líquida presupone entonces que los vínculos entre las acciones y proyectos colectivos y las elecciones individuales se están acercando aún más, así también las políticas y comunicaciones colectivas e individuales. Es la unión de lo colectivo y lo individual lo que haría cambiar el status que a uno donde lo global ejercería su mayor predominio. Para lograr esto el autor nos indica que hay que cambiar las “instituciones zombies” que no son otra cosa que aquellas que “están muertas y todavía vivas”. Muertas en el sentida de que sus ideas, convicciones y tradiciones sucumbieron ante los nuevos cambios, pero siguen vivas porque los individuos las mantienen vivas porque las utilizan para tratar de mantener el orden establecido.
Ejemplo de estas instituciones son: la familia, las clases y el vecindario. Sin embargo, esas nuevas pautas seguían siendo rígidas e inflexibles y los individuos debían adoptarse a ellas al insertarse y establecerse en un nuevo espacio que a su vez contenía reglas que seguir. Por tanto, su libertad fue temporal porque su existencia en el nuevo espacio estaba predispuesta por la aceptación del nuevo sistema de reglas, así como su fiel cumplimiento.  No obstante, esas reglas al ser más líquidas rápidamente pierden su forma y hay que estarlas moldeando y vigilando constantemente para que puedan tener éxito. Es por lo anterior que para Bauman la modernidad tiene como atributo principal el cambio en la relación entre tiempo y espacio. En la modernidad el tiempo y espacio se separan como entes independientes. En la modernidad el tiempo hace historia porque es prolongado por el espacio mismo. Esa historia la desarrolla debido a que la velocidad con la que se mueve el espacio está plagada de ingenio, imaginación y recursos humanos. 

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