La sociedad disciplinaria de Foucault, con
sus cárceles, hospitales y psiquiátricos ya no se corresponde con la sociedad
de hoy en día. Una nueva sociedad de gimnasios, torres de oficina, laboratorios
genéticos, bancos y grandes centros comerciales componen lo que el autor
denomina la sociedad de rendimiento. El anterior “sujeto de obediencia” ha sido
reemplazado por el “sujeto de rendimiento”.Según se explica en el libro la antigua
técnica disciplinaria con su esquema de prohibición, después de cierto punto de
productividad alcanza un límite bloqueante e impide un crecimiento de la producción.
Con afán de maximizar la producción -algo al parecer inherente al inconsciente
social-, se ha reemplazado el paradigma disciplinario por el de rendimiento. La
positividad de “poder” es más eficiente que la negatividad del “deber”. De este
modo el inconsciente social ha pasado del deber al poder, pero sin anularse uno
a otro, esto es, como una continuidad: el sujeto de rendimiento sigue
disciplinado.
En su trabajo ‘La fatiga de ser uno mismo.
Depresión y sociedad’, A. Ehrenberg situó la depresión como consecuencia del
paso de una sociedad disciplinaria a una sociedad de rendimiento, esto es,
debido a la desaparición de los roles que otorgaba la sociedad de control
y la posterior inducción a la iniciativa personal que obliga a devenir por uno
mismo. En este planteamiento Byung-Chul Han ve discutible el que no se haya
reparado en la presión por el rendimiento a la que se ve sometido el individuo
actualmente, “en realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e
iniciativa, sino el imperativo del rendimiento como nuevo mandato de la
sociedad de trabajo tardomoderna”, y su libertad paradógica.
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